Por Adolfo Pérez Esquivel
Toda sociedad es el resultado de quienes la
componen, los impactos e imposiciones de
los procesos sociales, culturales y políticos
externos afectan la vida de los
pueblos y no podemos obviarlos. Los cambios producidos en las últimas décadas
en el mundo son profundos y afectan al continente latinoamericano y definen en
muchos casos el rumbo a seguir, somos países dependientes y en gran parte
colonizados; por lo tanto sujetos a condicionamientos económicos, políticos y
culturales.
La dominación no comienza por lo económico;
comienza por lo cultural. Las ciencias y
tecnologías impactan directamente en la vida e imponen conductas que llevan a situaciones imprevistas, muchas
veces lejanas a las necesidades de nuestras sociedades.
Entre los impactos que pocas veces se tiene
en cuenta y que afecta la vida de cada persona,
de las comunidades y de los
pueblos en el siglo XXI, los cambios son provocado en gran medida por
los avances tecnológicos y científicos, como es “la aceleración del
tiempo” que lleva a cambios de los ritmos
entre el ser humano y la naturaleza, principalmente podemos verlo en las
grandes urbes que sufren los impactos mediáticos; como los medios de
comunicación y transportes; la informática que ha provocado modificaciones
profundas a escala mundial y en el
pensamiento filosófico y cultural y la dinámica de la vida; imponiendo la
llamada “globalización”; fenómeno socio cultural y económico, que los grandes intereses económicos y
políticos llevan ha los pueblos al
“monocultivo de las mentes”, a la pérdida de las identidades, valores y
pertenencia.
Es necesario tomar conciencia de esta
situación, caso contrario no se comprende donde estamos parados y hacia donde
vamos.
Un antiguo proverbio zen dice:”el pez no ve
el agua porque vive en ella”, tal vez los
argentinos tengamos que aprender a vernos para saber cual es nuestra
pertenencia, identidad y valores, si realmente existe la capacidad superadora y
la construcción de pensamiento propio y la amplitud de compartir la vida con
otros pueblos hermanos.
La humanidad ha llegado al límite del camino
de las sociedades industrializadas, sujetas al sistema capitalista y las
consecuencias que provoca en las sociedades la concentración del poder
económico y cultural, que llega a la agudización del desempleo, provocando las
crisis económicas, exclusión social, el aumento de la pobreza y el hambre que está llevando a la
rebelión de los pueblos.
América Latina sabe de crisis y situaciones
límites, pero actualmente vemos que los mismos problemas se comienzan a ver en
Europa, los
Estados Unidos, Grecia y los países árabes;
situación que tiende a profundizarse y
que afecta a las dos terceras partes de la humanidad, como a la exclusión y el
avance de la explotación de los bienes y recursos naturales, provocados por los
grandes capitales dominantes que
privilegia el capital financiero sobre la vida de los pueblos.
La FAO ha señalado en su informe, que por día
mueren en el mundo más de 35 mil niños de hambre. ¿Cómo llamamos a esa
situación?- La defino como un genocidio económico del cual no se habla y que
las grandes potencian tratan de silenciar porque son los responsables de la
misma.
El otro escenario que es necesario tener
presente son los organismos internacionales y sus estructuras, condicionadas y
obsoletas que defienden sus intereses y no la de la humanidad, como la ONU que
continúa con el Consejo de Seguridad y la falta de un sistema democrático, las
empresas trasnacionales y sus intereses económicos y de expoliación de países
con recursos y bienes naturales que viven empobrecidos.
La Argentina ocupa un rol secundario
como país dependiente de la estructura
de dominación y es necesario pensar en alternativas para el país que queremos;
avanzar en ese sentido necesitamos saber
donde estamos parados a lo interno; conocer que hacemos ha nivel continental y
el rol a cumplir en el escenario internacional.
No se trata de proponer paliativos, sino de
cambios profundos en el pensamiento y vida del pueblo.
El país debe
recuperar la soberanía nacional perdida desde hace décadas, sin esa
decisión política, es imposible avanzar en un país que no dispone de sus
recursos naturales y energéticos, de su territorio y producción. Avanzar con nuevos conceptos y propuestas del
país que queremos es un desafío, no es imposible, pero si una ardua tarea que
debe darse en el tiempo, en los campos tecnológicos y científicos que permita
profundizar en las alianzas políticas y culturales, en economías
superadoras de integración continental
hacia la construcción de nuevos paradigmas de vida, donde el pueblo se
asuma como protagonista y constructor de su propia vida y su propia
historia.
El rol asignado a la Argentina en el sistema
económico internacional, desde hace décadas fue impuesto por los centros del
poder internacional, condicionando al país a la producción agropecuaria y
productor de materia prima, alimentos e
insumos básicos, sin valor agregado.
Es un país rico empobrecido, con alto índice de pobreza estructural y de exclusión social,
como la alta concentración poblacional
en las grandes ciudades y la exclusión del interior del país, es decir la
inmigración interna, provocada por la falta de créditos y condiciones de vida
del pequeño y mediano productor rural, lo que lleva a la concentración de
tierra en manos de terratenientes y empresas extranjeras
Los problemas que viven los pueblos
originarios sobre el derecho a sus territorios, como los campesinos, son
víctimas del despojo y políticas complices de los poderes de turno.
El sistema internacional ha determinado la
asignación y roles a los países periféricos, sobre la producción y desarrollo
industrial, a fin de disponer de los bienes y recursos de los pueblos
Es un país que ha perdido su soberanía., como fue las
privatizaciones de sus empresas Un país
que no tiene control de sus industrias básicas estratégicas y no dispone de sus
recursos naturales, es un país que ha perdido su soberanía. Basta tener
presente la infraestructura cada vez más deteriorada y la destrucción
permanente de lo existente, como el sistema ferroviario, que fuera privatizado
y desarticulada la red nacional de los
medios de comunicación vial y marítimo.
Hoy el Estado Nacional está
obligado a subvencionar las empresas privadas, como el transporte aéreo, caso
emblemático Aerolíneas Argentina que fuera privatizada y saqueada y que el gobierno se viera obligado a re-nacionalizar sus despojos. La soberanía
nacional es el primer eje a tener presente a fin de recomponer el país que
queremos y no tenemos.
La educación esa la base fundamental en la
conciencia liberadora, crítica y
valores; dar a los jóvenes profesionales egresados los espacios de trabajo e
integración en un proyecto de país y no la expulsión de los mismos que se ven
obligados a emigrar. La Argentina es de los pocos países con educación libre y
gratuita en todos sus niveles, pero adolece de una política educativa de
integración nacional.
El federalismo es necesario pero no el
feudalismo de las provincias.
El país tiene un Ministerio Nacional de
Educación, sin escuelas, lo que hace de las políticas educativas provinciales
un enjambre feudal.
La redefinición de la democracia
representativa y delegativa que impide avanzar en las decisiones que necesitas
de participación el pueblo y lograr propuestas superadoras en la construcción
de la democracia participativa
Una asignatura pendiente que cayó en el
olvido intencionado de los dirigentes políticos, legisladores y gobiernos hasta el momento, es la reforma
constitucional del año 1994 que determina el ejercicio ciudadano de los “referéndum y plebiscitos”, contemplados
en la Constitución Nacional y que hasta la fecha, no fue votada y por lo tanto
no está vigente en el ejercicio de la democracia directa del pueblo. La construcción
de ciudadanía que genere nuevas alternativas sociales, culturales, educativas y
políticas.
La construcción del país que queremos depende
de la capacidad de participación
ciudadana, de tener conciencia superadora de la situación actual que
vive el país, saber donde estamos parados y proyectar políticas de mediano y
largo plazo, sin dejar de atender la coyuntura. La integración continental es
fundamental para alcanzarlo.
El país necesita generar “un nuevo contrato
social” basado en los nuevos desafíos en el país y el mundo, frente al
agotamiento intelectual, político y filosófico actual y la necesidad de generar
los marcos de alianzas regionales e integración continental.