por Gustavo Martínez
Escritor y militante gremial de ATE y la CTA de Rosario.
POCHORMIGA
Pocho era y es una hormiga, pero una hormiga muy pero muy
especial. xploradora y a la vez Obrera (altamente calificada), sin mencionar,
por supuesto, las tareas de organización interna de los hormigueros y las
vinculadas con la capacitación de nuevos líderes comunitarios.
En su trabajo de hormiga, localizó los cien
lugares del Gran Rosario y del Cordón Industrial donde está el alimento y los
materiales necesarios para la construcción del Hormiguero Nuevo, el Hormiguero
Grande que otros soñaron: una verdadera Patria donde Todas las hormigas sean
Hermanas.
Pocho exploraba y señalizaba los caminos que recorría para
que todas las hormigas honestas, dignas y luchadoras se fuesen encontrando,
compartiendo sus conocimientos, sus experiencias en la construcción,
compartiendo sus fuerzas y todas las reservas que empezaron a guardar cuando el
Rey de los hormiguicidas pronunció aquello de que Hay que pasar el invierno (mientras aplicaba el plan del invierno
eterno). "-
¡El invierno eterno no existe, si despertamos
se va!" -andaba gritando y
predicando el Pocho con su
Bicicleta. - "¡Podemos y
debemos construir la
Primavera !!!", para eso usaba su garganta y su
sangre esta
Hormiga
ciclista que pedaleaba y pedaleaba bajo la lluvia, contra el viento, cagándose
de frío, de calor y de risa hasta llegar a la otra punta del camino que -para
él- era apenitas el inicio de otro y otro.
El Nosotros de Pocho era un nosotros mucho
pero mucho más grande que el que podamos pensar y recorrer en auto o en tren.
Era un nosotros como de doscientos idiomas, mil religiones y millones de
fiestas de cumpleaños y pesebres. No se limitaba a las hormigas negras, rojas,
cumbieras, tangueras, grandes, medianas, pequeñas, diestras, zurdas, chuecas.
No, él creía en un mundo construido por hormigas granito a granito, donde
pudieran vivir cómodamente caballos, grillos, perros, abejas, abogados,
unicornios, dentistas, elefantes blancos, psicólogos, pastores alemanes y de
los otros también. Y también tenía un plan secreto para vegetarianizar a los hermanos carnívoros e insectívoros,
especialmente a los osos hormigueros que con la excusa del neoliberalismo, el
fin de la historia y la cadena alimenticia colaboran con el exterminio de
hormigas.
Pocho exploraba y señalizaba los caminos,
como decía, pero mientras tanto hacía el trabajo de obrera transportando
pesadas cargas en su mochila que se vaciaba sólo para llenarse nuevamente con
auténticos productos regionales.
La mochila de Pochormiga era algo así como un muestrario de hojitas, semillas,
boletines, afiches, revistas, y convocatorias de decenas de organizaciones de
hormigas rebeldes y solidarias; y en un costado: mate, yerba, gomines, agenda,
parches, torta asada o frita, solución y algún paquete de fideos (y una cebolla)
para improvisar un guiso. Cada cosa que sacaba iba acompañada de una sintética,
efectiva y muy demasiada particular explicación sobre los autores, sus
objetivos y su forma de organización, y por supuesto alguna referencia a la
necesidad de apoyar y/o trabajar en conjunto.
En un acto convocado por el Encuentro de
Hormigas en defensa de la salud pública (antes del asesinato de Pocho), Carlos del F. (una Hormiga
periodista) nos contó que una hormiguita muy chiquita que acompañaba a su mamá
en el reclamo desesperado de comida, había recibido como respuesta oficial una
bala de goma en la pancita.
Una bala en lugar de alimento, de caricias,
cosquillas y mimos. Nos habló de lo tremendo de este hecho por lo simbólico y
por cómo desnudaba la perversidad y la crueldad de los planes hormiguicidas.
Ignorábamos,
en ese momento, que a las pocas horas, un 19 de diciembre a las 18y pico horas,
en la escuela de uno de los hormigueros más pobre de Rosario, sucedería otro
hecho cargado del mismo simbolismo.
Esta vez no fue en la panza. Pocho no reclamaba comida para él,
estaba usando su garganta como siempre, para predicar que el invierno eterno es
un verso, que podemos y debemos construir la primavera, y exigiendo a viva voz
a las hormigas que andan con armas y sin memoria (las que visten uniformes
color azul mercenario que es el color más triste de todos) que dejasen de matar
y reprimir a quienes deberían estar defendiendo.
La garganta de Pocho era para eso, para intentar lo que para otros es imposible; y
ahí fue el disparo, no fue a la panza. A
la pancita va cuando pedís comida, cuando gritás por los otros va a la
garganta.
Hoy pasé por una de las tantas Asambleas de
Hormigas, siguen preocupadas por hacerle entender a todas las otras especies
cómo y quién era El Pocho, buscan y
buscan traducir con palabras y gestos tanto amor y compromiso, tratan de
encontrar algún sinónimo, algo que defina a ese flaco despeinado,
ex-seminarista, profesor de filosofía,
cocinero-murguero-delegado-campamentero-catequista-organizador de no se sabe
cuántos grupos de Hormigas. Si bien sigue el debate (y seguirá), es una
necesidad compartir lo que se dijo y también lo que me pareció y quise
escuchar.
Pocho era el Taller de Alas de Colibríes que
canta Silvio Rodíguez. Era un horno de pan, era El Principito, parecía una
carpa para dos personas pero cuando lo conocías era un camping cincuenta
estrellas, era un despertador, un multiplicador de panes y guisos, un santo,
era como Cristo, como el Ché, un amigo, un hermano, un compañero, El compañero,
era como un padre, era el mate cocido calentito para el alma, el espejo para
ver todo lo que nos falta comprometernos, un quijote en bicicleta que no perdía
el tiempo con los molinos de viento, era el chef guisero de la solidaridad y la
cebolla, era el puente, el durazno y el país de Mario Benedetti pero las tres
cosas juntas, era el auto que te levanta en la ruta después de hacer diez horas
dedo, era la viola de Santana, el charango de Jaime Torres, el violín de Peteco
y de Becho, el bandoneón de Pichuco Piazzolla y Juarez. Que sé yo. Era todo eso
El Pocho, y no se fue: lo fueron, lo mataron, lo
fusilaron, lo empalaron, lo crucificaron -como al otro flaco que nunca anduvo
en bicicleta, los mismos de siempre, los
mismos que asesinaron, torturaron y desaparecieron a toda una generación de
Hormigas.Y ahora andamos con el Pocho
por las calles, cargándolo en las pancartas junto a Juan, a Yanina, a Graciela,
a Marcelo, a Ruben, a Ricardo, a Walter y a todas las Hormigas ejecutadas,
cargándolo en las pancartas porque se quedó sin sangre de tanto hacer el amor, como dice Varón.
Eso sí, no era de los que se van así nomás,
no te lo decía directamente, pero algo picando dejaba el muy guacho: En las
chapas del techo de la escuela donde lo crucificaron alguna Pocheada se mandó. Seguro que esa mancha
ahí arriba, el charco seco, es mucho más que eso. Tal vez un mapa, un sueño,
una flecha que señala por donde va a llegar el fin del invierno o simplemente
algunas tareas o notas de viaje, pero seguro que algo dibujado, escrito o
manchado dejó para todas las Hormigas que formaban ese nosotros hermosamente
grande que él palpaba, sentía y construía todos los días.
El Tata Dios tendrá que bancarse andar
esquivando los piolines de las carpas y soportar celestialmente a la más
maravillosa música que es la murga ensayando hasta la madrugada, pero, a lo
mejor, podrá enterarse a través de Pocho
(si previamente el de allá arriba compromete su apoyo irrestricto e
incondicional a la causa) quién es el que anda regalando lámparas con un velero enorme adentro sin su permiso y
quiénes son los que cuando todos duermen pintan en las paredes del cielo: los ángeles de lata, los chicos del pueblo,
las luciérnagas, las lucecitas, los Juanes, las Juanas, las
Gracielas, las Yaninas, los Cañetes, los Maxi, los Dario, los
Marianos, los Roberto, Las Silvias, los Bebes, los Rodolfos, las Sandras, los perros y los huesos, los
ninguneados, los grillos de Campana, los chuecos, los lápices,
las Hormiguitas y los murguistas seguimos
de pie y luchando.
No pudieron, Pocho vive, es un grito que
crece, un grito que no deja dormir a los verdugos, ni reir a los traidores
LINO ROJO
Nosotros tampoco nos acordamos del olvido...
como Armando... como un armando-nos de esperanza de hormiga después del paso
del pie asesino.
Hay listas de nombres que dicen mucho... Como
las de diciembre...
No
había que comer en el hormiguero en aquellos días. Muchas salieron a caminar
por las calles. A encontrarse en las esquinas. A compartir la palabra, que se
fue haciendo grito colectivo Porque el pan estaba ausente y ausente estaba la
democracia y la justicia.
Hay listas que hablan de esto, y de más
también... Pero las listas no alcanzan para explicarnos algunas cosas... Por
ejemplo: que otra y otra y otra vez en la historia, las hormigas mayores,
(hormigas papás y hormigas mamás) despidieron los cuerpos de las hormigas mas
chiquitas: Los padres no deberían estar en el velorio de sus hijos.
En todos los asesinatos de diciembre esto fue
así, padres enterrando a sus hijos, y esto dice algo más que la lista de aquel
19 y 20. Pero ... ¿¡ qué hace ese 15 en una lista con datos de hormigas
muertas?! ¿De dónde salió ese numero, esa edad que la dibujamos cada vez que
pasan las cosas lindas de la vida? Walter tenía 15, Marcelo tenía 15, Ricardo
16 ¡¡¿ dónde está el titular del gran medio dando cuenta que en aquel diciembre
hubo quienes salieron a matar niños?!!
David Moreno asesinado en Córdoba tenía... me
da no se que ponerlo, pienso si es justo compartirlo, si realmente estamos
dispuestos a escuchar la verdad como pueblo, y decido medio asustado que vale
la pena intentarlo:
...
David Moreno asesinado en córdoba tenía 13 años.
Hay cosas que pasan y se convierten en
símbolos que dicen más que los documentos y los noticieros... Dalis, la mamá de
Chaio, que es como le decían a Pocho (y le siguen diciendo puertas adentro de
la casa en Colonia Los Seibos, allá en Concepción del Uruguay), se levantó un
día y se puso a construir unos canteros, rectos y torcidos los canteros, unos
paracá y otros parayá, daba vueltas y vueltas construyendo esos canteros que se
cruzaban, "andá y comprame esto", lino rojo era el pedido, y según me
contaron fue Laura, una de las hijas, la encargada de conseguirlo.
Lino rojo para los canteros que se cruzan,
cosas de madre hormiga que se levanta temprano para poner a funcionar el tambo.
Canteros rectos y grandes que se ven desde el avión y desde Rosario, (desde la
terraza de la casa gris de Santa Fe no se ven), pero sí desde Rosario y desde
arriba, desde muy arriba que es el abajo desde dónde mira el Pueblo.
Dalis escribe la tierra, surcos que son
huellas, surcos torcidos pero rectos que si uno levanta la cabeza dicen VIVE.
Me contaron que el lino rojo floreció nomás
como florece la lucha en nuestras calles. Le preguntaron si no le faltaba algo,
el nombre, porque los canteros eran sólo 4 letras, VIVE, no hace falta dijo,
“se lee”.
Como la garganta de Pocho y el plomo que hizo
más rojamentesangre su voz, más linorojo su grito , como ese plomo que le abrió
esa gigantesca garganta que hablaba por todos sin palabras, escribiendo la
tierra con su bicicleta, como eso que tantas veces hablamos, cosas que dicen
más que las listas: como esos canteros y esa garganta hay nombres y hay
apellidos, eso lo sabemos todos, como hay números y hay edades... Hay apellidos
como Paniagua, apellidos que marcan a fuego a quien lo porta, quien no, alguna
vez, bromeó con los apellidos y con Paniagua.
En Entre Ríos, Eloisa Paniagua no llegó a
conocer estas historias graciosas y casi siempre crueles de los apellidos,
tenía 13 años cuando llegó diciembre y murió abrazada a un paquete de fideos.
Eloisa
no entendió, ni nadie debe hacerlo, que en su apellido había una sentencia
escrita muy arriba en los lujosos despachos oficiales y en ella estaba escrito
que tenía prohibido los fideos... Tenía 13 años... y murió abrazada a un
paquete de fideos, Paniagua era su apellido....
Yanina tenía 18 y salió a buscar a su hijita
de dos años, pero no se asusten que Yanina salvó a su hija. Eso sí la mamá de
Yanina, Lila, enterró a su hija de 18 años que quería seguir viviendo, y como
cada vez que una madre ve morir a su hija ni el abrazo de todas las hormigas
juntas puede con ese dolor de mamáhormiga.
La mamá de Yanina anda hormigueando en un
centro comunitario, colaborando con sus manos, homenajeando a Yanina cada vez
que le vienen las fuerzas para salir de su casa. Y eso es todos los días. La
hija de Yanina La sigue esperando.
Rubén quería muchas cosas, tenía 21, pero por
sobre todas las cosas quería ver como su hija apagaba dos velitas. Sabemos
todos como se pone el hormiguero cuando se cumplen dos años de vida. A Rubén lo
mataron allá en la ruta y tuvo que faltar al cumpleaños de su hija que tanto
esperaba...
...A veces el corazón golpea, a veces se
para, a veces se cansa. A Graciela Machado le estalló el corazón de tantas
ráfagas, tanto gas, tanta corrida y palos, tanto humo y cayó cerquita de dónde
cayó Graciela Acosta.
A las dos, que se fueron juntas, una de
infarto y otra de bala, ahí en Villa Gobernador Galvez, a las dos la siguen
esperando en la casa sus hijos.
Los padres no deberían estar en el entierro
de sus hijos, de eso sabe también la madre de Juan, y lo sabemos todos, y
también lo sabe Catalina, su hermana, que cuando pide castigo pide por su madre
que sabe que los padres no deberían estar en el velorio de los hijos. “Juan,
corazón de oro”, escribió Catalina para homenajear la vida de su hermano.
Gregoria dice que no puede decir muchas
palabras ante la gente en las marchas y actos... que sólo le sale una:
JUSTICIA, y su silencio aturde desde aquel 21 de diciembre del 2001 cuando un
tirador especial de las TOE decidió “vaciarle el hipotálamo” a Walter y a sus
15 años.
El Lino Rojo para Gregoria se llama Tuna y es
verde, no es raro esto, porque las Tunas allá de donde son los Campos son de
ese color. En la Tumba de Walter creció enorme una Tuna de Chaco, no de Rosario
sino de Chaco, y cuando Walter se juntó con los otros asesinados en el sitio
que Rosario destinó en el Cementerio para no olvidarlos , la Tuna lo acompañó
para seguir creciendo para que todos tengamos una patria en la que los padres
no estén en el velorio de sus hijos.
Nosotros
tampoco nos acordamos del olvido como Armando como un armando-nos de esperanza
de hormiga después del paso del pie asesino.
Hay listas de nombres que dicen mucho Como
las de diciembre. Pero también hablan los números 13, 15, 18, 16
no
sólo mataron hijos, mataron niños. ¡¿Que más hace falta decir?!
Un poeta del carajo, premio Nobel y todo eso,
bien chileno el chabón intentó comparar la muerte de niños con algo.
Él hablaba y sufría por la sangre de niños
que había sido derramada en Madrid. Se ve, que como todos los poetas, quería
reforzar esta imagen tan terrible con algo, con lo que sea... compromiso
profesional que le dicen... Pero lo único que pudo escribir es que la sangre
de niños corre como sangre de niños.
Hoy por la mañana, hubo una marcha de
hormigas para reclamar justicia y seguir construyendo un hormiguero nuevo, frente
a los tribunales provinciales, pasó que a la lista de los nombres y edades se
le sumaron las fotos de cada uno, tela blanca y pinceles del Mono y pintura
prestada y las hormigas necesarias, y por esas cosas que cuando pasan pasan,
aparecieron las manos y los brazos de los familiares para abrazarlos a todos
juntos, y caminar todos juntos por estas calles sin justicia.
La lista de esta mañana se volvió bandera con
nombres, con las imágenes de la vida de cada uno, algunos medio seriotes...
otros cagándose de risa como buenas hormigas, mostrándonos en las fotos que
cada uno, a su manera, la estaban peleando.
Hubo mucha charla desde tribunales hasta
jefatura, mucha charla entre madres que saben que ningún padre debería estar en
el entierro de su hijo, mucha charla de la vida de cada uno y mucha fuerza pa
que no vuelva a suceder otra vez.
Hace un rato, como a las 18: 30 en Plaza 25
de mayo empezaron a llegar hormigas de todos los colores y credos, festival de
caras, caruchas, caretas, banderas, bombos, todos llegaron para marchar y
seguir charlando de la vida y del pan que falta y del trabajo que no aparece y
de cómo hacer para que la cosa cambie.
Hasta plaza San martín se fue marchando y
cantándole a la vida digna que nos merecemos, sin asesinos de niños conviviendo
con niños.
Y seguro que por más que se desconcentraron y
se fueron la cosa sigue en toda la ciudad hasta que la democracia no sea sólo
una palabra.
No se, a lo mejor esta vez podemos empezar a
construirlo.